LA CREACIÓN DEL MUNDO MAYA

 

El Popol Vuh, recoge el mito de la creación. Cuando no había nada más que silencio y vacío, los dioses, ocultos en el océano profundo, se reunieron un día y llenaron la tierra de montañas, valles, ríos y lagos. Pronunciando su nombre, crearon a los animales que son los guardianes de bosques y montañas.


Como a los pioneros de la investigación, en la primera sala nos sorprende la arquitectura monumental de las pirámides evocadas en el montaje, y nos asombra que se puedan descifrar los secretos de una escritura jeroglífica dispuesta en estelas, dinteles, altares o en preciosos recipientes de cerámica.


La cultura maya es compleja. Su economía se sustenta en la agricultura y el comercio, realizado a golpe de porteador. En las milpas, o huertos cercanos a las viviendas, se cultiva con una técnica propia la calabaza, el frijol y el maíz, producto éste tan esencial que es evocado en su deidad principal, el Dios el Maíz. Para el abastecimiento del agua en la temporada seca, realizaron eficaces construcciones hidráulicas. El cacao alcanzó un valor especial, en sus celebraciones y también como elemento de intercambio. La vida se regía por la exactitud de sus calendarios, basados en un conocimiento matemático y astronómico excepcional.