200 años después

Doscientos años después del trágico hundimiento de la fragata Mercedes, la compañía Odyssey Marine Exploration Inc. decide buscar sus restos, y los encuentra.
La empresa llevaba largo tiempo en la zona con el pretexto de localizar el pecio del Sussex, un buque de Estado inglés hundido en 1694 en el Estrecho de Gibraltar, para el que había solicitado permisos de prospección, pero para el que nunca llegó a presentar un proyecto de excavación científica. Interesada en la búsqueda de pecios con cargamentos considerados valiosos, en 2006 Odyssey había solicitado a España permiso para la extracción de buques españoles, que le fue denegado. De acuerdo con la legislación de Patrimonio y la Convención para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático de la UNESCO, se le comunicó, desde el Ministerio de Cultura, la prohibición de comerciar con este tipo de bienes.
Poco después, el 18 de mayo de 2007, Odyssey anunció el mayor hallazgo de monedas de oro y plata de época colonial jamás producido, creando una gran expectación mediática. Lo que no había sido más que un expolio fue presentado como el descubrimiento de un fabuloso “tesoro”. En un tiempo récord, entre abril y mediados de mayo de 2007, había extraído del mar más de medio millón de monedas y algunos otros objetos, y los había trasladado en secreto a Estados Unidos, salvo una pequeña parte que dejó en Gibraltar. Nada que ver con el Sussex.
Odyssey tan sólo alegó que las monedas procedían de un lugar indeterminado del Atlántico, “más allá de la jurisdicción legal de ningún país” y bautizó el pecio con el nombre de Black Swan (Cisne Negro), ocultando así la identidad y nacionalidad de la nave. El Gobierno español sospechó entonces que se trataba del cargamento de un buque de Estado español.
 


 

 

 

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