Religión y muerte

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 


 

Mediante ritos, libaciones, ceremonias y ofrendas, realizadas en templos y santuarios, los iberos esperaban verse favorecidos en las batallas, en la fertilidad de los campos y de las mujeres para perpetuar su linaje. Se practicaba un culto a los antepasados, pero se trata de una religiosidad ligada a la naturaleza y los ciclos vitales sobre todo. Se desconoce el nombre de sus divinidades. La información conocida de los templos o santuarios, de los rituales ligados con la muerte y de los mismos monumentos y esculturas funerarias, define la creencia de los iberos en el Más Allá. Determinadas piezas cerámicas como los pebeteros, aparecen en santuarios y en tumbas usados como ofrendas sepulcrales desde el siglo IV hasta inicios del siglo II antes de JC. En ellos se cree ver representada la diosa griega Deméter o la cartaginesa Tanit, diosas ambas de la fertilidad. Existen noticias de la aparición en Monforte de estos pebeteros. Otros símbolos divinos, se pintan con posterioridad en recipientes cerámicos del siglo II antes de JC, como los hallados en el edificio religioso descubierto en 2008 en el Camino del Río, en cuyo interior se documentó un manantial o fontana litúrgica, de cuyo fondo se recuperaron piezas cerámicas con estilos decorativos simbólicos producidas en La Alcudia de Elche, tales como aves, peces, lobos y caballos, que junto con motivos florales y vegetales, acompañan a figuras humanas aladas, posibles divinidades locales entroncadas con Deméter o Tanit, que parecen simbolizar el surgimiento de la vida.


Las zonas destinadas al descanso de los muertos se ubicaban junto a los poblados, fuera de sus límites y separadas orográficamente de ellos por una camino, una vaguada o un curso de agua. No todas las personas tenían derecho a ser enterradas en las necrópolis, estando reservadas para la clase aristocrática y gentes de cierto nivel social y económico. Cámaras funerarias, monumentos turriformes, pilares-estela, estructuras tumulares o simples fosas, son los sepulcros típicos de los iberos. La monumentalidad de las sepulturas, sus esculturas y los ajuares, indican la clase social del difunto. En Monforte del Cid se conoce la existencia de una extensa área sagrada, desde el Arenero hasta el Camino del Río, que ha venido marcada por los hallazgos de escultura funeraria. En el año 2010, se encontraron los primeros restos humanos cremados en el interior de pequeñas fosas excavadas en el suelo, junto a su ajuar y con abundantes fragmentos escultóricos en el entorno. Se trata de sepulturas menores que se situarían próximas a una tumba monumental principal, manifestando de esta forma su vínculo familiar o de dependencia. Por la gran cantidad de restos de esculturas halladas, estaríamos ante un área sacra a escala territorial donde se enterraron integrantes de la más alta aristocracia.